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Leyenda del Ave Fenix

Cuando el Ave Fénix siente que esta llegando su final, construye un nido con ramas de roble en lo alto de una palmera. Lo rellena con canela, nardos y mirra. Allí se sitúa y, entonando la más sublime de sus melodías y se consume en fuego. A los 3 días, de sus propias cenizas, surge un nuevo Fénix. Cuando es lo suficientemente fuerte, lleva el nido a Heliópolis, en Egipto, y lo deposita en el Templo del Sol. Como el nuevo Fénix acumula todo el saber obtenido desde sus orígenes, un nuevo ciclo de inspiración comienza.

Se dice del ave Fénix que sus lágrimas son curativas y que tiene una gran resistencia física. También que controla el fuego y que posee una sabiduría infinita. Es, en esencia, uno de los arquetipos más poderosos para el filósofo Carl Gustav Jung, porque en su fuego contiene tanto la creación como la destrucción, la vida y la muerte.

A pesar de tratarse de un ser mitológico, la leyenda del ave Fénix nos incentiva a imitarla. Imitar su capacidad de renacer de sus cenizas. De resurgir cuando todo parece haberse perdido. La capacidad de intentar lo imposible. La fuerza para enfrentar las situaciones más difíciles. Siempre con la esperanza de resurgir e iluminar con fuego los caminos más oscuros.

Algunas fábulas lo sitúan en Arabia, donde habita cerca de un pozo de aguas cristalinas. Allí se baña todos los días entonando una bella melodía. Tan bella, que hace que el Dios Sol detenga su carro para escucharlo.

Por su parte, en China, el Fénix es llamado Feng Huang, y simboliza no solo la más alta virtud, el poder o la prosperidad. También representa también el yin y el yang, esa dualidad que conforma todo lo existente en el universo.

El poeta romano Ovidio explicaba en sus textos que, en Egipto, el ave Fénix moría y renacía una vez cada 500 años. Para los egipcios esta garza majestuosa era Bennu, un ave asociada a las crecidas del Nilo, al sol y a la muerte. Según explicaban, había nacido bajo el árbol del bien y del mal. Esta criatura entendía que era necesario renovarse cada cierto tiempo. Para adquirir mayor sabiduría y para ello, seguía un proceso muy meticuloso.

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